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Creo que me tomo demasiado en serio lo subjetivo. Y mis objetivos son tan irreales, que parecen subjetivos.

jueves, 19 de agosto de 2010

Alhue E Igor

La vida, además de desastroza como maravillosa, había sido una especie de ansiedad constante... y no tan constante. Me imagino un casamiento, un viaje, una cita o un acontecimiento por el estilo. El mismo será llevado a cabo dentro de... tres meses... o tres semanas. Da igual, para la idea da igual. Porque me imagino ansioso por tal evento, y deseo con énfasis entre mis dientes que ese día tan esperado llegue. Hay cosas que veo todos los días que me evocan los planes para aquella fecha, y empieza mi avidez. Vuelvo a concentrarme casi involuntariamente en mi trabajo, en una película, o simplemente me desprendo de ese pensamiento, volviendo a tener el alma tranquila.
Alhue no era un evento, pero era fundadora de mi impaciancia, la mayor parte de mis imágenes evocadas y la mitad de las voces que me tiran letra y que yo llamo Inspiración. Resultó ser el eco de lo que escribo, lo que escribo mirándose al espejo, el espejo que se hace mágico.
De la nada, sin razón aparente o al menos sin importancia alguna, un pedazo de reboque se desprende de la pared encendiendo repentinamente un rayo de atención. Murió mi tranquilidad. Alhue me hubiese preguntado en qué estaba pensando, pero yo no podría responder porque no sé exactamente qué pasa por mi mente, aunque proyecto mil y una imágenes que no tienen sentido alguno ni relación unas con otras. Se paró frente a mí y me miró con una sonrisa que preguntaba otra vez en qué estaba pensando. La imaginé a ella. Era la imágen que representaba en mi mente proyectada sobre la imagen original, solo que ahora mucho más clara. La miré más de cerca, tan cerca que cualquier Igor como yo hubiese querido besarla, y para no caer en la tentación me alejé. Ella no movió ni un músculo de su cara, dejando así la impresión perfecta: Los ojos debilmente cerrados y la boca indefensa. -Quedate así, nena.- Le dije, pero arrancó de su rostro tal impresión. Me acerqué otra vez casi sin pensarlo y convenientemente, recuperando así la mejor parte. Me alejé otra vez y le pedí que no se moviera. Tomé mi mentón con una mano y con la otra escribí lentamente en un papel y con la mejor claridad una confesión de tres palabras. Lo puse delante de sus ojos y chasqueé los dedos, señal para abrirlos. Confieso que dudé, pero la implosión eufórica de Alhue puso a este Igor en el mejor lugar, donde cualquier hombre quisiera estar. Ya no me importó si se caía la pared o las estrellas. Mi deseo, a pesar de no conocerlo, ya estaba hecho.
Pero.... ¿q-qué pasó? ¿Qué pasó que ahora soy solo un iluso, un idiota más intentando salir de la mediocre rutina de mi vida, durmiendo en la misma cama... y recién levantado?

2 comentarios:

Alfonsina dijo...

Quizas a veces, casi siempre, pasamos más tiempo imaginando que haciendo. Casi siempre nos quedamos con los intentos y decidimos dejar que las cosas pasen por sí solas. Quizás siempre es más fácil retener imágenes en el genio que llevarlas a la acción, o no?.
Quizás el miedo, la cobardía, no lo sé, pero siempre es quizás.
Muy buen texto, un saludo!

Grecia Aranda dijo...

me gusto la búsqueda de los personajes, ya desde los nombres...
aunque ya sabes lo que pienso del nombre del personaje masculino... igual entiendo la intención de nombrarlo así...
Los sueños pueden ser lugares mágicos que nos permiten hacer todo... O al menos todo lo que nosotros mismos les dejamos hacer...
Otra vez mi imaginación te favoreció... Imaginé las escenas con claridad en las imágenes... Todo en un tono azulado... Con los suaves destellos del sol de medio dia...

me gusto el manejo del suspenso...
otra entrada que te robaria ... Jaja