No había nada más para hacer. Yo debía sacar de mí la duda que cambiaría mi vida, la sangre que circularía por mis venas estaba en pleno caos. Me acuerdo haber encontrado en mi campo visual un ángel, un ser de sublime esencia y mágica ternura. Vi pasar y vi acercarse, vi cómo las cosas iban cambiando, se iban de su color, se atoraban en mis pupilas, me dejaban a su merced. Solo debía hundirme en su pecho y dejar que me lleve, aún sabiendo que me haría volar más alto de lo que pude haber volado solo... Solo eso, solo debía rendirme, dejarme ganar, cerrar los ojos y caminar con ella, seguro de tener un camino libre de grietas.
No llamo a la tentación, tampoco a mi peor consejero. Suficiente... no hombre sino ser humano para no justificar mis errores con otros errores. Ni mi debilidad, ni tampoco la seducción de argumentos foráneos, y mucho menos la belleza. Fue pura y exclusivamente mi culpa, y de nadie más. Reconozco haber cambiado las alas por un fusil, un ángel por un soldado, a Dios por... creo que es demasiado...
No existe castigo peor más que vivir arrepentido...
2 comentarios:
"No existe castigo peor más que vivir arrepentido..."
GRAN VERDAD, JAMÁS TE ARREPIENTAS DE NADA, TE SACA TIEMPO Y VALOR.
no escribiste más...
Que pasó???
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