Consideramos todo esto como un pacto de:
Fidelidad, ya que ella es para mí, y yo soy para ella.
Atención, aunque sea sin querer, me distrae de todo lo que tengo que hacer.
Amistad, ya que seguimos hablando de nuestras cosas con toda confianza.
Amor, una forma muy emocionante de decir y hacer las cosas.
Perioricidad, porque ambos queremos saber cómo está el otro cuando no nos hacemos mutua companía. Todos los días nos reportamos vivos.
Tolerancia, porque como somos una pareja de la edad contemporánea,
quisimos estar juntos, aunque no seamos completamente aceptados por el otro.
Confidencialidad, porque queremos estar seguros de nosostros mismos. Hace poco empezamos, y si fracasamos, la vamos a afrontar sin comentarios ajenos.
Sexo, delicado y dedicado, porque no queremos que esto se reduzca a eso nada más.
Empatía, sabiendo qué podría pensar el otro de tal cosa, con la necesaria posibilidad de equivocarnos.
Somos novios desde el 27 de julio de 1985, y mañana cumplimos dos meses. Yo no conozco a sus padres, pero es por el artículo 7º del contrato. Mis viejos la conocen a ella, porque quise fallar en ese punto. Y así vivimos de vez en cuando, y no siempre. Porque así queremos estar, y estamos. Ella quiere estar conmigo, pero yo ya estoy harto de vivir conmigo. Por eso, quiero estar con ella. Hace ya un mes y muchos días que estamos noviando, y faltan muchas cosas. Paso a paso, sin tropezar, sin avances bruscos ni retrocesos.
Pero... No puedo recordar en qué momento nos hicimos así. Si mi memoria no me falla, jamás en la vida te había pedido que fueras mi novia. Jamás me lo pediste tampoco. Avanzamos despacio pero nos salteamos un paso. Me presentaste como tu novio porque no sabías cómo presentarme, y aproveché eso para presentarte a un amigo porque quería usar la misma excusa. PERO NUNCA LLEGAMOS A FIRMAR EL CONTRATO...
En buena hora: ....Eeeh...¿
Querés ser mi novia?...